Albert Pujols se ha encargado de hacer posible lo que parecía un sueño, impulsado sólo por el espíritu de gladiador que durante 22 contiendas lo han convertido en el más grande jugador nacido al sur del río Grande y uno de los mejores en la historia del juego.
Regresó para su última campaña en la Ciudad del Arco, donde todo comenzó en el 2001. Los más entusiastas, no muchos, apostaban en favor de que podría conseguir 21 jonrones y convertirse en el cuarto ser humano en alcanzar una barrera superadas apenas por tres virtuosos del juego: Barry Bonds, Hank Aaron y Babe Ruth.
Bien recibido en el Busch Stadium por feligreses que tres años antes se atrevieron a darle un “curtain call” luego de un cuadrangular como visitante, el jugador más popular del club luego de Stan Musial tuvo un abril aceptable: bateó de 30-8 (.267) y en dos ocasiones se fue profundo, nada mal para el veterano que cumplió 42 años el 16 de enero último.
En mayo las cosas no estuvieron bien, Pujols bateó de 48-9 (.188) y uno de sus dos cuadrangulares fue contra un jugador de posición. La llegada de los novatos Juan Yepez y Nolan Gorman, el primero bateador derecho, el segundo zurdo, redujó los turnos al bate del próximo jugador que debe alcanzar la inmortalidad sin resistencia de ninguno de los sufragantes.
En junio el asunto empeoró, la Máquina ya no era tan perfecta como cuando consiguió sus tres títulos de Jugador Más Valioso (2005, 2008, 2009), como la vez que disparó tres cuadrangulares en la Serie Mundial del 2011 o cuando aceptó el reto de Brad Lidge y envió una pelota sobre el tren en Minute Maid Park para derrotar a los Astros en el quinto juego de la Serie de Campeonato del 2005.
Su average en junio fue .158 (38-6) y no disparó cuadrangular. Eso disparó las alarmas, pero los Cardenales no abandonaron al ídolo.
En julio llegó la mejoría con un promedio de .320 (50-16) y tres jonrones. Una buena chercha en el Juego de Estrellas, incluida participación en el Derby y un reconocimiento de sus pares pudieron ser razones que elevaron la motivación del superastro.
Lo increíble llegó en agosto, al decir de muchos, el mes en el que se separan los hombres de los muchachos, precisamente hubo intentos de llamarle a Pujols “El Hombre”, pero este se rehusó, pues según sus palabras esa es la palabra en español que iguala lo que en inglés es The Man, apodo por el que fue conocido el inmenso Stan Musial, ícono de Missouri, una de las más grandes personalidades del béisbol, verdadera leyenda.
Albert en agosto batea de 32-15 (.469) y su ataque frente a zurdos ha sido devastador. El 10/8 disparó cuatro hits, incluyendo un vuelacercas en el Coors Field, el lugar donde conectó el primer hit de su ilustre carrera; el 14/8 con el Busch lleno a toda capacidad, se fue profundo dos veces contra los Cerveceros y lo del sábado 20/8 ante Madison Bumgarner y las Diamantinas en Chase Field fue como lo describió Dan McLauglin, narrador de los Pájaros Rojos, el segundo de los jonrones: “Albert otra vez, historia del juego, es asombroso, notable, increíble, esto es real”.
Pujols ya se ubicó segundo en la historia de las Mayores en bases alcanzadas, lugar que probablemente ocupe durante varias generaciones.
Ahora un país, la crónica de Estados Unidos, todo Missouri, se coloca del lado de Pujols en la cuenta regresiva hacia los 700 cuadrangulares. El propio jugador ha reiterado que sin importar en cuantos termine esta será su última campaña.
No hará como algunos políticos y algunos artistas que aunque lo anuncian no tienen fecha de caducidad, hasta en eso La Máquina se diferenciará.
Pujols y los rankings
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