EL Partido de la Liberación Dominicana (PLD) tras su llegada al poder en 1996, principalmente en el 2004, se convirtió en un “proyecto económico”, dejando atrás los propósitos políticos que le dieron origen en el año 1973 cuando Juan Bosch, otrora líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), abandonó sus filas.
No fue casual que Leonel Fernández, con un partido hegemónico, que controlaba todos los poderes del Estado, incluyendo los poderes fácticos, las iglesias, los medios de comunicación y un sector cada vez más grande del empresariado, hablara de “una fábrica de presidentes” y de mantenerse en el poder hasta el 2047, como mínimo.
En sus orígenes, bajo la orientación del profesor Juan Bosch, el PLD luchaba por alcanzar “la liberación nacional” y modificar toda la estructura del Estado rompiendo con el modelo imperante. Bosch fue el primer presidente democrático en más de 30 años, que hizo aprobar una constituyente garantista de los derechos fundamentales de los ciudadanos; derrocado poco tiempo después mediante un golpe de Estado patrocinado por los sectores más retardatarios y reaccionarios del país, incluyendo la Iglesia Católica.
El golpe de Estado trajo consecuencias devastadoras para la nación, con grandes movimientos de protestas que terminaron en una revuelta armada, la segunda intervención militar norteamericana, la imposición del doctor Joaquín Balaguer como presidente de la República, siguiendo con una política de extermino de ex combatientes constitucionalistas, el apresamiento de todo aquel que simpatizara o militara en la izquierda, la excusión guerrillera de Manolo y el 14 de Junio, la guerrilla de Caamaño, etc.
Los jóvenes que no fueron asesinados, terminaron exiliados o encarcelados donde sufrían toda clase de vejámenes. Los más horrendos crímenes se produjeron durante los 12 años de la “dictadura “yanqui-balalguerista”, como el de Amin Abel Hasbún, asesinado mientras bajaba las escaleras de su casa, frente a su mujer (Mirna Santos) embarazada. Para solo citar un caso que llenó de ira, impotencia y consternación a todo el pueblo dominicano.
El PRD de esos años era un partido para el cambio, para la transformación, para pagar la gran deuda política, económica y social con el pueblo. El PRD era el partido del pueblo, el partido de la esperanza nacional, como lo proclamara su líder José Francisco Peña Gómez tras la renuncia de Bosch en 1973.
El profesor Bosch le dio un contenido distinto al PLD que recién había creado. Hizo un partido de cuadros, militantes que estaban obligados a leer y estudiar, disciplinados, bien organizado. “Ir al partido para servir al pueblo”. Ese partido de cuadros tenía valores de trabajo, estudio y honestidad bien arraigados.
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