Hace 54 años, en 1968, participé y recibí un diploma en la Universidad Autónoma de Santo Domingo en el Segundo Curso de Iniciación Cinematográfica dirigido por el maestro profesor José Luis Sáez, sacerdote jesuita, graduado en estudios del séptimo arte en la Universidad de Fordham, New York City.
En aquel año también asistí junto al estimado amigo Tony Raful Tejada a clases de periodismo en la misma universidad.
Empecé a trabajar como reportero y redactor de El Nacional de Ahora el 14 de Junio de 1969, si bien desde 1967 ya escribía y publicaba reportajes en el suplemento sabatino del periódico Listin Diario. El año anterior, 1966, el director Rafael Herrera fue uno de mis profesores en un cursillo de formación multidisciplinaria en el Instituto de Promoción Social.
En 1972 asistí en Ecuador becado por la UNESCO de la Organización de las Naciones Unidas al Centro Internacional de Estudios Superiores del Periodismo, CIESPAL, en Quito, Ecuador, y así continúe entendiendo científicamente el fenómeno de las comunicaciones humanas colectivas y fui estudiando los procesos sociales en todo el mundo, con la evolución y avances de las técnicas gracias a la ciencia.
Al transcurrir 50 años desde 1972 llego a unas tontas reflexiones, como el mismo maestro del periodismo Rafael Herrera denominaba algunas de sus propuestas.
Estas son las mías:
La pérdida de la memoria histórica por el uso aplastante de los “instrumentos digitales” es el gran reto al que se enfrenta la humanidad para garantizar su futuro y preservar su memoria histórica.
Sin memoria histórica No hay presente armonioso y mucho menos futuro.
Papeles. Libros. Discos duros seguros. En Computadoras y otros medios….!!!!!
El “encanto” de esta revolución digital pretende hacernos olvidar que El Progreso de estos últimos cinco siglos se debe a la Galaxia Gutenberg.
También debemos sentirnos orgullosos de ser “desfasados”.
Pero además…. A cuántos no se les han borrado o inhabilitado para el uso datos guardados en distintos formatos por la incompatibilidad de equipos que cambian al ritmo del beneficio y el afán de lucro de la competencia tecnológica?
Por Victor Grimaldi
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