Por Adolfo Pérez de León
La Navidad siempre llega como un recordatorio del poder transformador de la esperanza, la fe y la unidad. Es un tiempo para reflexionar profundamente sobre quiénes somos y hacia dónde queremos dirigirnos como sociedad. En estos días, mientras las luces iluminan nuestros hogares y las calles, es importante detenernos a pensar en el legado que estamos construyendo para las generaciones futuras. Más allá de los regalos y las celebraciones, la Navidad es una invitación a mirar hacia adentro, a evaluar lo que hemos logrado y a soñar con lo que aún podemos alcanzar.
En este espíritu de introspección, quiero compartir un deseo que trasciende lo personal: que en esta Navidad y en el año que comienza, trabajemos con un compromiso renovado para fortalecer nuestras instituciones. Construir una República Dominicana con instituciones fuertes, justas, éticas e inclusivas no es un sueño utópico, sino una necesidad tangible. Es una meta posible, alcanzable, si mantenemos la voluntad política, la determinación ciudadana y el deseo colectivo de transformar nuestra nación.
A menudo, cuando pensamos en las instituciones, las imaginamos como estructuras lejanas, impersonales, que operan al margen de nuestra vida cotidiana. Pero en realidad, las instituciones son el corazón de una sociedad justa. Son las que garantizan nuestros derechos, nos brindan seguridad y abren oportunidades para el avance individual y colectivo.
Reflexionar sobre el papel de las instituciones es más urgente que nunca. Nos encontramos en un momento crucial para consolidar avances significativos en transparencia, justicia y modernización. Estos logros, aunque evidentes, son frágiles si no se les da continuidad. Por ello, es esencial que imaginemos un futuro en el que no dependamos de líderes excepcionales, sino de sistemas sólidos y funcionales que trabajen para todos, sin importar quién esté al mando.
Mi deseo en estas fiestas es sencillo pero ambicioso: que el espíritu navideño nos inspire a todos, como ciudadanos dominicanos, a trabajar juntos en la construcción de un país más unido y solidario. Que nos esforcemos por dar el mejor regalo posible a nuestra patria: instituciones fuertes que sean capaces de garantizar justicia, transparencia y equidad para todos.
La Navidad nos invita a pensar más allá de lo inmediato, más allá de los retos del presente. Nos recuerda que tenemos una responsabilidad con el futuro, no solo como individuos, sino como una comunidad que comparte sueños y metas comunes. Este es el momento de comprometernos con el fortalecimiento de nuestras instituciones, de asegurar que estén diseñadas para servir a la ciudadanía, no para perpetuar privilegios ni injusticias.
A mis compañeros del ámbito político, a mis hermanos y hermanas del Partido Revolucionario Moderno, les hago un llamado especial. La política es, o debería ser, un servicio. No debe verse como un privilegio ni como un espacio para obtener beneficios personales, sino como una oportunidad para construir un legado que trascienda generaciones. Fortalecer nuestras instituciones, haciéndolas más inclusivas, éticas y eficientes, es la mejor forma de garantizar que todos los dominicanos puedan confiar en ellas, sin excepción.
Construir un país más justo y equitativo no es tarea de un solo día ni de un solo grupo. Es un esfuerzo colectivo que requiere la participación de todos: en unidad.
Este es un momento para unirnos, para trabajar en equipo y priorizar lo que realmente importa. Fortalecer las instituciones no es solo un deber político; es una forma de asegurar que cada niño, cada joven y cada adulto tenga acceso a las oportunidades que merece, sin importar su origen o circunstancias.
En los últimos años, hemos dado pasos importantes. Hemos apoyado reformas constitucionales y hemos sido parte de un gobierno que ha priorizado el cambio, buscando sentar las bases para un futuro más transparente y democrático. Sin embargo, este es solo el comienzo. La construcción de un sistema fuerte y sostenible requiere persistencia, visión y compromiso. Requiere que sigamos avanzando con valentía, superando los desafíos que puedan surgir en el camino.
La Navidad no solo es un momento para celebrar, sino para renovar la fe: fe en nosotros mismos, en nuestras comunidades y en nuestro potencial como país. Es una oportunidad para reflexionar sobre nuestras prioridades y para comprometernos a construir un legado que honre a quienes vinieron antes y beneficie a quienes vendrán después.
Que estas fiestas sean un recordatorio de que cada uno de nosotros tiene un papel que jugar en la construcción de un país mejor. Ya sea desde nuestras familias, nuestros trabajos o nuestras comunidades, todos podemos contribuir al fortalecimiento de las instituciones y al avance de nuestra nación. Que pongamos nuestras capacidades, talentos y esfuerzo al servicio de un propósito mayor: la construcción de una República Dominicana más unida, más justa y más humana.
En esta Navidad, hagamos de la esperanza nuestra guía y del compromiso nuestra acción. Que el año nuevo nos encuentre trabajando juntos, dejando a un lado las diferencias, para construir el país que soñamos y que sabemos que podemos ser.
¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo para todos! Que esta sea una celebración de esperanza, solidaridad y fe en lo que somos capaces de lograr unidos.