Hay personas a las que uno quiere tener la oportunidad de servirles en algo algún día. Esa gente que has tratado desde que eran mozalbetes y pudiste aquilatar y compartir con ellos los valores familiares y las costumbres comunes. Esos seres humanos a los que usualmente llamamos “amigos”; porque pudimos disfrutar junto a ellos los mágicos momentos de la pubertad y los sueños que llegan con la juventud.
Neney Cabrera es ese amigo que siempre estuvo presente en mi memoria por su afán de servir, su compostura de adulto precoz y su gigantesco corazón. Vivíamos en un barrio de clase media, sin grandes necesidades existenciales, solamente teníamos que ir a la escuela, respetar a las personas mayores y no pronunciar palabras obscenas. En los Jardines del Sur de los años 80’s, todo era uniforme y formal.
De manera que aquel muchacho, inquieto y emprendedor, se distinguió siendo hombre por hacer lo que siempre hizo de niño: ayudar, meter el hombro a la carga, hacerse sentir con los mas necesitados.
Hoy, como dirigente, tiene responsabilidades y las cumple con exactitud y presteza; goza de la confianza del Presidente y algunas malas persona buscan disminuir sus logros, aunque tengan que crear disturbios y mentir. Pero los que lo conocemos, desde niño -que es mi caso- sabemos lo correcto y honrado que siempre ha sido y el esmero con que su familia lo formó.
No te amilanes amigo Neney, que la verdad, como los rayos del sol, nunca puede ser ocultada por los dedos de la malicia, por mas grande que parezca ser la mano.
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