POR JUAN T H
Hace unos días -concretamente el miércoles- me encontraba departiendo con un grupo de amigos abogados y uno de ellos -sin ser funcionario del gobierno ni dirigente del PRM- decía que Luis Abinader sería el seguro presidente de la República durante el próximo cuatrienio, que, de no ser por los requisitos propios del sistema democrático, las elecciones no serían necesarias, lo cual, desde su punto de vista, sería perder el tiempo y gastar dinero innecesariamente.
“Lo inteligente, lo sensato, -agregó- es dejar que las cosas fluyan tranquilamente sin mayores inconvenientes, que el presidente Abinader sea reelecto por las masas populares cumpliendo con todos los vericuetos del poder”. Lo “sensato” no siempre es lo correcto, dije. Lo “inteligente” muchas veces se torna improcedente, puntualicé. En política las contradicciones son el resultado de las luchas de clases y de los intereses de las personas y de los grupos.
Es verdad que todas las condiciones están dadas para que Abinader se mantenga en el poder más allá del presente mandato. Las encuestas lo dicen, pero hay que garantizar que todos los sectores, internos y externos, se expresen democráticamente en un proceso igualmente democrático, lo cual legitima el proceso.
Luís Abinader -sostuve- jamás permitiría un hecho como el patrocinado por Danilo Medina cuando intentó abortar las elecciones municipales. Al contrario, Abinader es garantía de pluralidad y amplias libertades durante los procesos electorales venideros.
De acuerdo con las opiniones del grupo, entre los que se encontraban por lo menos dos de los mejores abogados del país, el presidente Abinader es un sólido candidato, al que nadie puede disputarle el poder, ni siquiera Leonel Fernández, que luce desfasado, desgastado y agotado.
La oposición, tanto dentro del PRM, como fuera, está derrotada. Las alianzas, como la anunciada por Leonel Fernández y Juan Hubieres, “Maco con Cacata”, lo demuestra. Leonel no sabe qué hacer para crecer. Con su actitud demuestra su desesperación por el estancamiento en las mediciones de aceptación popular. Su tasa de rechazo sigue siendo muy alta.
El acuerdo político-electoral con Hubieres, lejos de favorecerlo, lo perjudica, lo degrada moralmente y lo conduce al abismo. No es verdad que, en política, como en la guerra, no hay moral, ni principios éticos. Lenin, padre de la revolución Bolchevique, aconsejaba hacer acuerdos y compromisos, pero jamás “traficar con los principios”, como lo han hecho Leonel y Hubieres.
Abel Martínez, por otra parte, no tiene ninguna posibilidad de colocarse en la primacía del mercado electoral. No podrá superar la barrera del tercer lugar en la competencia aun cuando su partido sigue siendo una fuerza política de consideración. El PLD no pudo escoger un candidato más débil que Abel Martínez.
El PLD tendrá que ir pensando en el 2028 si quiere mantenerse como una organización política poderosa capaz de convertirse en una opción de poder en algún momento, para lo cual tendrá que reorganizarse y reestructurarse con nuevos lideres, porque los actuales ya cumplieron y agotaron su ciclo político vital.
Las elecciones municipales de febrero, donde el PRM parece que barrerá ganando la mayoría de las alcaldías y los distritos, serán una antesala de lo que sucederá en los comicios presidenciales y congresuales. El trabajo que ha realizado el gobierno en todos los municipios del país ha sido enorme, incluyendo en aquellos que aún están en manos de la oposición, como en Santiago de los Caballeros, donde la transformación ha sido más que evidente. En el Norte, el Este y el Sur, la inversión del gobierno ha sido transformadora. Miles de millones de pesos se han invertido en todos los municipios, no sólo en la Capital y en Santiago. No ha habido una centralización de le inversión pública.
Luís Abinader está solo en la carrera por el poder. No tiene contrincante, dentro, ni fuera del partido. Es un sólido candidato. Nadie duda que se mantendrá, como grita la gente, “¡cuatro años más!”.
La obra de gobierno del presidente Abinader y del PRM aún sigue inconclusa. Apenas se ha iniciado. La deuda social acumulada durante casi 200 años no ha sido pagada. Los cambios prometidos tanto por el PRM como por el presidente Abinader, no se han producido a profundidad. ¡Aún queda mucho por hacer! ¡Demasiado, diría yo ¡