Diez años del PRM

Hace diez años, nace el PRM. Les cuento que éramos un grupo de abogados que había perdido más de treinta veces en un tribunal, tratando de hacer valer la libertad interna. Veníamos de perder las elecciones de 2012. Pocos creían que este proyecto político tendría éxito; don Hipólito y Luis tenían diferencias, y el entonces PLD tenía todos los poderes.

Recuerdo cómo, hasta hoteles y restaurantes, nos negaban los alquileres para nuestras actividades por aquello de las “sillas”. En medio de esos casos legales pedimos ayudas a prominentes constitucionalistas y abogados procesales; unos pocos ayudaron, pero muchos nos pedían cifras astronómicas para representar a las diferentes partes que tratábamos de evitar ser expulsados de lo que era nuestro partido. 

Un grupo de abogados hasta nos pidió que no usáramos sus oficinas para reunirnos cuando estábamos armando el proyecto de Luis. Ironía de la vida, algunos de ellos trabajan en el Gobierno de hoy. Recaudar fondos era muy difícil. En fin, la gente se burlaba.

Recuerdo las reuniones kilométricas, primero en RH Mejía con Carolina desde donde convocábamos y hacíamos de tripas, corazones; más tarde desde lo que era el Instituto Peña Gómez con la querida Ana María, antes de ella enfermarse. El líder era Hipólito: sin él no habría PRM. Luis era el estratega, el incisivo, el decidido.

En esa época yo difería mucho con Luis, pues él iba a una velocidad que a muchos no nos parecía prudente. Luis entendió primero que muchos de nosotros, que el PRD ya no era posible. Tomó al vuelo, discursos preñados de ideologías como los de Hugo Tolentino, Milagros Ortiz, Toñito Almonte, Doña Ivelisse y muchos otros.

Orlando Jorge, Alfredo Pacheco y otros queríamos ser más conservadores. Hipólito y Luis avanzaron: uno con el peso de un 47 recién votado, Luis con el peso de un futuro que ya se asomaba.

Salimos, primero como corriente mayoritaria, luego como PRM y hasta el nombre nos negaron. Muchos no saben que no teníamos fondos públicos, pues asumimos la personería jurídica de lo que era la Alianza Social Demócrata, partido fundado por José Rafael Abinader y el cual no calificaba para gran financiamiento al no haber alcanzado muchos votos. Nació el Partido Revolucionario Moderno. Cuantas historias se pueden contar de cosas que hicimos para alquilar locales, para imprimir letreros, para caminar el país, para superar la incredulidad de una sociedad que veía al partido Estado de entonces, como invencible. ¡Se logró!

Esa primera dirección de Andrés y Chu, acompañada de una Dirección Ejecutiva en la que estábamos una interesante combinación de juventud, experiencia, talento intelectual y, sobre todo, determinación. Asumimos la ideología socialdemócrata en lo formal; sin embargo, más que ello, tuvimos el coraje de cambiar y hacer de la innovación nuestro norte.

La lucha anticorrupción nos definió; de ahí la alianza con movimientos ciudadanos como Marcha Verde. Tuvimos el coraje de cambiar, siendo democráticos con votaciones internas para elegir, dos veces, a Luis. También para elegir a Paliza y a Carolina, junto a ellos, toda la dirección del partido en el país. No le tuvimos miedo a la competencia interna. Yo mismo participé y perdí en una de esas.

Nada pasó, seguimos; motivados por el ánimo de transformar un país. Luis pasó de ser el estratega a, poco a poco, convertirse en líder. En 2016 perdimos, pero ganábamos la capital con David, San Francisco con Alex, Puerto Plata con José Ignacio. 

En 2016 llegaron mujeres como Faride y Gloria al Congreso, y en ese mismo año ya éramos la oposición, logrando, en las urnas, lo que nos negaban con fraude, los tribunales. De 2016 a 2020 vino la consolidación y, aquel partido insurgente y soñado, se hizo fuerte. Ya nadie nos negaba oficinas, ya los aportes no faltaban, ya era, Don Luis.

¡Ganamos, aquí estamos! Diez años llenos de historias. Ahora la historia nos convoca de nuevo para decidir si seremos un infarto histórico de ocho años o si podremos lograr una generación de liderazgo que haga lo que logró la social democracia europea entre los años 1945 y 1980: el Estado de bienestar; o lo que logró el Partido Demócrata de Estados Unidos entre 1932 y 1952 que fue instaurar el New Deal o nuevo trato. 

En fin, todas las sociedades que hoy celebran prosperidad han tenido en su historia, períodos de transformación que requieren décadas para afianzarse. Eso en democracia no puede ser unipersonal, sino con varios cambios de liderazgos. Luis lo entendió al reformar la Constitución y excluirse.

Estos primeros diez años fueron de rebeldía, victoria y gobierno. Los próximos diez deben ser de innovación, victoria y legado, para poder escribir en los libros de historia que encontramos un país de tercer mundo y lo llevamos al primero. 

Que encontramos un país donde la integridad era utópica y dejamos uno con consecuencias para lo mal hecho. 

Un país de donde la gente emigraba con dolor a otro donde la gente regresa con amor. Es esa la tarea, en manos de Dios estos diez años serán mejores que los que hoy celebramos. ¡Vamos!