Hoy 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, es tiempo de hacer una advertencia.
La vida es la Tierra, así como la Tierra es la economía. En la Tierra vive la esperanza. Defender esa Tierra es defendernos.
República Dominicana es un país maravilloso repleto de biodiversidad. La riqueza de nuestra tierra es también un bien amenazado por las decisiones humanas. Es constante. Y nuestro futuro, el de nuestros hijos, sobre todo el de nuestros hijos.
Por eso debemos entender que el medio ambiente debe ser el núcleo de nuestro espacio común, del pacto social. La visión de desarrollo no puede estar separada del desarrollo ecológico que es transversal. Avanzar como país no se trata de ir acumulando cemento. Se trata de que seamos capaces de ir girando. El camino del bienestar global, pasa directamente por encontrarnos haciendo sin destruir. Creciendo sin contaminar. También innovando en libertad.
El progreso no son las cifras sino que también son árboles, ríos y aire puro. Recursos que solemos obviar o convertir en objetivo.
La justicia ambiental es una forma de la justicia social. Quienes sufren por la degradación del medio ambiente, son las personas más excluidas.
Cuidar la Tierra es cuidar lo humano.
Las políticas públicas son directamente relativas a la cuestión ambiental como criterio y valor irrenunciable. Al momento de tomar una decisión en relación con infraestructura, energía, producción, etc., debe conseguirse a partir de una lectura ecológica.
Muy lejos de poner freno al desarrollo, sino de intentar hacerlo más estratégico, más inteligente.
Por eso, la educación ambiental debe estar presente en el corazón de las escuelas y de las comunidades. Es necesario sembrar conciencia desde temprana edad para conseguir la cosecha de la responsabilidad ciudadana. Es el modo de cuidar el futuro a partir de hoy, haciéndolo con pequeños actos, pero con grandes decisiones.
El liderazgo político dominicano tiene la obligación de cumplir esta urgencia. No existe gobernabilidad posible en el país de la crisis ecológica.
Tengamos la valentía de asumir que necesitamos construir un camino común hacia un modelo cultural y económico que valore el ambiente. Que priorice lo verde, lo limpio, lo justo.
La defensa de la cuestión ambiental es una apuesta de largo plazo. Requiere pensar en el país, en las personas. Pero sobre todo que habrá mañana, no solo en lo que tenemos en frente en lo inmediato.
Lograr construir ese mañana común es una suma de voluntades que nos convoca a todos. Tengamos la visión y el amor por nuestro ambiente. Expresémoslo, no solo hoy, sino en cada una de nuestras decisiones.